Probablemente
la más conocida, si no las más respetada, recogida de datos
científicos que parecen proporcionar pruebas científicas de que la
reencarnación es real, es un trabajo de toda una vida el del Dr. Ian
Stevenson. En lugar de depender de la hipnosis para comprobar que un
individuo ha tenido una vida anterior, en su lugar optó por reunir
miles de casos de niños que de forma espontánea (sin hipnosis)
recordaban una vida pasada. El Dr. Ian Stevenson utiliza este
enfoque, porque los espontáneos recuerdos de vidas pasadas en un
niño pueden ser investigados mediante estrictos protocolos
científicos. La hipnosis, aunque son útiles en la investigación de
las vidas pasadas, es menos fiable desde una perspectiva puramente
científica. Con el fin de recabar datos, el Dr. Stevenson
metódicamente documenta las declaraciones de una vida anterior del
niño. Luego se identifica a la persona fallecida que el niño
recuerda haber sido, y verifica los hechos de la vida de la persona
fallecida que coinciden con la memoria del niño. Incluso coincide
con las marcas de nacimiento y defectos de nacimiento de las heridas
y cicatrices en el fallecido, certificado por los registros médicos.
Sus métodos estrictos de manera sistemática descarta todas las
posibles explicaciones “normales” de los recuerdos del niño.
El
Dr. Stevenson ha dedicado los últimos cuarenta años a la
documentación científica de los recuerdos de vidas pasadas de niños
en todo el mundo. Cuenta con más de 3.000 casos en sus archivos.
Muchas personas, incluso los escépticos y los académicos, están de
acuerdo en que estos casos ofrecen la mejor evidencia hasta ahora de
la reencarnación.
Las
credenciales del Dr. Stevenson son impecables. Él es un doctor en
medicina y tenía muchos artículos académicos en su haber antes de
que comenzara la investigación paranormal. Él fue jefe del
Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Virginia, y
Director de la División de Estudios de la Personalidad en la
Universidad de Virginia.
La
idea de que algunos niños de edades entre tres o cinco años no sólo
recuerden una existencia anterior, sino que además puedan
identificar a sus seres queridos en ella, golpea a la mayoría de los
occidentales y al ser tan extraño obliga a la incredulidad. Tal vez
por eso el investigador más destacado del mundo en este fenómeno,
el Dr. Ian Stevenson, ha tenido tan poca atención.
Desde
finales de los años sesenta el Dr. Ian Stevenson, ha documentado
casos en la India, África, el Cercano y el Lejano Oriente, Gran
Bretaña, Estados Unidos y otras partes, en los que niños pequeños
han asombrado a sus padres con detalles precisos sobre las personas
que afirman haber sido. Algunos de estos niños han reconocido sus
antiguos hogares y barrios, así como amigos y familiares que aún
vivían. Recordando
los acontecimientos de sus supuestas vidas anteriores, entre ellos la
muerte a menudo violentas. A veces, sus marcas de nacimiento se
asemejan a las cicatrices que corresponden a las heridas que
provocaron, según ellos, la muerte.
Sus
estudios son escrupulosamente objetivos y metodológicamente
impecable. El fallecido Herbert S. Ripley, ex-presidente del
departamento de psiquiatría de la Universidad de Washington en
Seattle, señaló: “Tenemos la suerte de tener a alguien de
su habilidad y alta integridad investigando esta controversial
área.” El Dr. Harold Lief escribió en el Journal of
Nervous and Mental Diseases: “O él está cometiendo un
error colosal, o será conocido como el Galileo del siglo XX”.
En
1957, Stevenson fue nombrado Jefe de Psiquiatría en el Hospital de
la Universidad de Virginia, y dirigió la División de Estudios de la
Personalidad. Autor de numerosos artículos en revistas psiquiátricas
profesionales. En 1964 abandonó la psiquiatría para dedicarse por
completo a la investigación de los fenómenos psíquicos y la
reencarnación. Por suerte, el primer ensayo de Stevenson de las
vidas pasadas, “La evidencia de supervivencia a partir de los
recuerdos reclamados de encarnaciones anteriores”, publicado en
1960, llamó la atención de Chester Carlson, el inventor de la
máquina Xerox. En 1961, previo al viaje de Stevenson a India,
Carlson le ofreció fondos para costear su investigación, los cuales
Stevenson en ese momento no aceptó.
Posteriormente
Stevenson cuenta:
“Cuando
el primer viaje a India me mostró la necesidad de realizar futuros
viajes, ocurrió que me di cuenta que solo podría realizarlos si
podía reducir el tiempo que le estaba dedicando a la clínica
práctica. Chester Carlson hizo posible esto a través de donaciones
que realizó a la Universidad
“Como
donante de fondos para investigación, Chester Carlson era inusual,
quizás único. Insistió en dar en forma anónima, pero esto también
lo habían hecho otros donantes. La mayoría de donantes, sin
embargo, posteriormente se mantenían alejados de los detalles de la
investigación a la que ellos mismos daban soporte. Chester Carlson,
en contraste, seguía los detalles de la investigación -al menos lo
que yo estaba haciendo- con un penetrante entusiasmo. Dijo que le
gustaría observar algunas de mis entrevistas, y me acompañó en uno
de mis viajes de estudio por Alaska, donde yo estaba estudiando casos
entre la gente Tinglit. Él a veces hacía preguntas, pero nunca era
inoportuno. Rara vez daba alguna sugerencia, pero lo que él decía
siempre merecía mi atención. Mi amistad con él pertenece a las más
importantes y placenteras de mi vida”…
Vicente
Merlo hace una descripción del mismo:
“El
enfoque metodológico es muy concreto y específico. Se trata del
estudio minucioso y exhaustivo de veinte casos de recuerdos
espontáneos de vidas anteriores, acaecidos a niños entre los dos y
los cinco años de edad. El autor ha entrevistado tanto a los sujetos
en cuestión como a todos los familiares, vecinos y personas
implicadas en las historias correspondientes. En algunos casos la
riqueza de datos es considerable y el porcentaje de confirmaciones de
éstos suele ser elevadísimo. Los veinte casos que componen el libro
están seleccionados de los mil doscientos casos que Ian Stevenson
había recopilado hasta ese momento.”
Entre
1966 y 1971, por ejemplo, Stevenson registró un promedio de 55.000
kilómetros al año, a menudo haciendo visitas y entrevistas hasta 25
testigos de un solo caso. En la actualidad se cuenta con 2.500 casos
de todo el mundo en el archivo, la mayoría aún sin examinar por
falta de dinero e investigadores. Carlson, quien murió en 1968,
dotado de una cátedra en la Universidad de Virginia.
En
1968 fallece Chester Carlson. Stevenson lo siente como una gran
pérdida personal. Su amistad con él y con su esposa Dorris habían
enriquecido su vida en forma emocional. Para Stevenson, sin embargo,
su muerte también significaba el fin de sus subsidios anuales para
colaborar en su investigación.
Luego,
ante el asombro de la mayoría, y del mismo Stevenson, se enteraron
que Chester Carlson había legado en su testamento la suma de un
millón de dólares a la Universidad de Virginia para ser destinado a
las investigaciones de Stevenson.
Se
creó entonces una controversia entre los propios administradores de
la Universidad, algunos se oponían a que esa suma de dinero fuera
dispuesta para apoyar las investigaciones de Stevenson. Al final, los
partidarios de Stevenson (entre los que se encontraba el Presidente
de la Universidad Edgar Shannon) prevalecieron, apoyándose en las
palabras de Thomas Jefferson, fundador de la Universidad:
“Esta
institución”, escribió Jefferson en 1820, “va a estar basada en
la ilimitada libertad de la mente humana. Porque aquí no tenemos
temor de seguir la verdad adonde sea que ésta nos guíe, ni tampoco
a tolerar ningún error mientras la razón sea dejada en libertad de
combatirlo” (Lipscomb & Bergh, 1903: 303)
Stevenson
entonces decidió dedicarse por completo a la investigación de los
fenómenos paranormales, particularmente aquellos que sugirieran la
existencia de vida después de la muerte. (Esta decisión nos cuenta
Stevenson que ya la había tomado antes de la muerte de Carlson).
Renunció a su cargo de Presidente del Departamento de Psiquiatría,
luego de negociar el establecimiento de la nueva División dentro del
Departamento: “División de Estudios de la Personalidad”.
Stevenson
continuó su trabajo solo, pero luego se fueron agregando
paulatinamente a su equipo de trabajo hombres como Gaither Pratt, Rex
Stanford y John Palmer. Las publicaciones de estos tres
investigadores han provisto de un capítulo importante a la historia
de la parapsicología.
Luego
de algunos años también trabajaron junto a Stevenson los que luego
se transformaron a su vez en investigadores independientes: Bruce
Greyson, Satwant Pasricha, Emily Kelly y Antonia Mills. Más
recientemente Jim Tucker se unió a su equipo y se mostró a sí
mismo como un prolífico y altamente competente investigador y autor.
También se debe mencionar aquí a Erlendur Haraldsson, de la
Universidad de Islandia, y a Jurgen Keil, de la Universidad de
Tasmania, que mantuvieron sus posiciones académicas, pero recibieron
fondos de la División para colaborar en estas investigaciones.
Stevenson
enumeró las dificultades que a veces encontró para que sus
investigaciones llegaran a ser publicadas. Destaca la gran
colaboración que tuvo por parte de Walker Cowen, quien fuera
fundador y Director de la University of Virginia Press, que fué
quien publicó sus investigaciones desde 1970 hasta 1987, año de la
muerte de Cowen.
Stevenson
comenta:
“El
hizo capaz que yo pudiera publicar por escrito un sustancial número
de reportes de casos que de otra manera hubieran quedado como
manuscritos en los estantes de mi oficina. El me admitió que creía
que mis libros “eran para el futuro” . Desafortunadamente, él
murió antes de ese futuro que él esperaba ver realizado, y su
sucesor tenía una diferente opinión de cómo tenía que ser ese
futuro. Tuve que encontrar un nuevo editor, pero la fortuna me
favoreció nuevamente y me condujo a Praeger Scientific Publishers y
luego a Robbie Franklin de McFarland and Company.”
En
1980 un colega de la universidad le presentó a Peter Sturrock, quien
le explicó su idea que luego se convirtió en la Society for
Scientific Exploration. Esta sociedad mantenía una publicación
(Journal of Scientific Exploration) que fué de gran utilidad para
dar a conocer a otros científicos las investigaciones realizadas por
el equipo de Stevenson.
Comentaba
Stevenson sobre la favorable política de la Sociedad de aceptar las
publicaciones que muchas veces desafiaban el punto de vista que
mantenían otros científicos:
“La
Sociedad me ofreció las primeras oportunidades de reportar
adecuadamente dos de mis más significativas investigaciones. Me
refiero, en primer término, a las marcas de nacimiento y
malformaciones que ocurren frecuentemente en niños que han
presentado memorias de vidas pasadas; y segundo, a lo que yo creo que
son importantes residuos de comportamiento inusual derivado de estas
vidas pasadas. Ya en mi primer viaje a Asia en 1961 los informantes
persistían en llamar mi atención a estos dos rasgos de los casos.
Ahora encuentro que esto ha significado una fuente de disgusto para
mí el no haberme decidido a publicar los detalles completos sobre
las marcas de nacimientos y malformaciones hasta 1997.”
Stevenson
cuenta en uno de sus libros que le llevó más de diez años el
empezar a darle el valor que tenían las marcas de nacimiento y los
comportamientos de los niños. Al principio solo los tomaba como
coincidencias y ponía toda su atención en las declaraciones
verbales de los niños.
En
1997 Stevenson se embarcó en un proyecto que parecía un tanto
audaz, pero que a la vez tenía la posibilidad de hacer conocer sus
investigaciones a un público general.
Así
lo expresa Stevenson:
“Accedí
al pedido de un escritor de acompañarme en viajes de estudio por
Asia. El iba a mirar “por encima de mi hombro” cuando yo
condujera las entrevistas para los casos. Iba a pagar sus propias
expensas y luego iba a ser libre de escribir sobre sus impresiones
sin censura de mi parte. Esto terminó saliendo bien. El escritor era
Tom Shroder, que es actualmente un “senior editor” con el
Washington Post. Tom era un sociable compañero de viaje, y soportó
bien las frecuentes asperezas e incomodidades de los viajes por
Lebanon e India. El libro que escribió se titula: “Old Souls: The
Scientific Evidence for Past Lives” (Shroder, 1999). Lo que dice me
parece honrado, hacia mí y, lo que es más importante, honrado hacia
los niños que recuerdan estas vidas. Este libro también ha
colaborado a difundir la información sobre los casos de estos
niños.”
Por
su parte, Tom Shroder cuenta en su libro, que al finalizar uno de sus
últimos viajes junto a Stevenson, éste le hizo una pregunta a
Schroder (que, en palabras del mismo Schroder, en realidad era un
extraño, un periodista escéptico que había visto lo que el tenía
para mostrar).
Stevenson
le pidió que le explicara:
“Cómo
los científicos, que profesan no mantener ningún dogma que la
evidencia razonable no pueda abolir, ignoran los volúmenes de
evidencia razonable que se les han provisto.”
Tom
Schroder escribió un libro completo sobre sus viajes con Stevenson.
Si bien no aporta significativas nuevas evidencias, nos presenta el
lado humano de Stevenson en toda su magnitud.
Cuenta
Schroder que en una ocasión le preguntó a Stevenson si él
consideraba que sus investigaciones habían “probado” la
reencarnación. A lo que Stevenson contestó:
“Yo
no pienso que haya ningún tipo de prueba en la ciencia aparte de las
matemáticas”,
sin embargo, agregó, “Sobre
los casos que conocemos hoy -al menos para algunos de ellos-, la
reencarnación es la mejor explicación que hemos podido encontrar.
Hay un impresionante volúmen de evidencia, y pienso que con el
tiempo se está haciendo cada vez más fuerte. Pienso que una persona
racional, si lo desea, puede creer en la reencarnación en base de
esta evidencia”
Ian
Stevenson murió a los 88 años a causa de una neumonía, el 8 de
Febrero de 2007 en Charlottesville.
El
extraño caso de Carl Edon
Durante
años, antes de que fuera brutalmente asesinado, Carl Edon trató de
convencer a su familia de que él fue reencarnado. Hoy en día sus
padres atónitos creen que se les ha dado la extraordinaria evidencia
fotográfica.
El
joven padre de de Carl, Middlesbrough dijo que desde que tenía sólo
tres años había hablado de recuerdos vívidos de una vida anterior
como un aviador Nazi muerto cuando su avión fue derribado en 1942.
Ahora
sorprendentes nuevas fotos, desenterradas después del tenaz trabajo
de detective por un historiador local, revelan un escalofriante
parecido entre Carl y un aviador alemán, Heinrich Richter, enterrado
en un cementerio de Thornaby.
Richter,
un artillero de torreta, murió cuando su bombardero Dornier se
estrelló con un ferrocarril en South Bank en el transcurso de una
incursión en enero de 1942.
Los
restos del bombardero Dornier, dañado por el ataque de fuego
antiaéreo antes de precipitarse y chocar, fue descubierto en 1997
enterrado fuera de la carretera de Tilbury: a sólo unos pocos
cientos de metros del lugar donde Carl murió apuñalado dos años
antes.
Cuando
fue desenterrado con restos de Richter en el interior, los padres de
Carl, Jim y Val, se estremecieron al recordar misteriosos cuentos de
su hijo sobre la reencarnación.
Pero
sólo ahora – después de que la Gaceta revelase por primera vez la
apariencia del aviador – es la pareja de Coulby Newham quienes
miran con una nueva luz las reclamaciones de su hijo.
“Tiene
que ser él”, dijo sorprendida Val, cuando se le mostró una
foto del alemán con uniforme de gala, poco antes del accidente en
Teesside.
“La
semejanza entre los ojos y la nariz es extraña”
“Tal
vez esta es la última pieza del rompecabezas”,
dijo.
La
sorprendente imagen se obtuvo después de que el historiador
Guisborough y el autor Bill Norman localizaran a los familiares de
Richter en Alemania para un nuevo libro.
Una
extraña semejanza entre los dos jóvenes hombres y el hecho de que
compartan la misma escena de la muerte pero con 53 años de
diferencia son sólo dos de las extrañas coincidencias que han
desconcertado a los padres de Carl.
Durante
la excavación del bombardero alemán se descubrió que la pierna de
Richter, aún dentro de un vuelo de arranque, estaba severamente
destrozada, explicó Val.
“Carl
solía decir que él perdió su pierna derecha en el accidente”,
dijo. “Y tenía una marca de nacimiento en la parte
superior de la pierna.”
El
día que su hijo (trabajador ferroviario) fue asesinado -por Gary
Lorenzo Vinter, posteriormente encarcelado de por vida- había estado
en Skinningrove para recoger vagones de tren.
Carl
Edon y el piloto Heinrich Richter (foto en blanco y negro)
“El
día que se estrelló el Dornier había bombardeado Skinningrove y
voló a Middlesbrough siguiendo la línea del ferrocarril”,
dijo Val.
Carl
y Richter habían hecho el mismo viaje el día en que murieron.
“Hay
demasiadas extrañas coincidencias, y creo que si Carl estuviera aquí
estaría diciendo:” ¿Me crees ahora?”.