Introducción
al Tarot
¿
Quien es el indeseable en el Tarot ? El Diablo,claro está, aunque el
León de la Fuerza a veces...Y por no hablar de los perros de la
Luna, ! Que son más traicioneros que Judas !
En
cambio, el Colgado es un mosquita muerta, igual que la Papisa, que
van de callados....... El Colgado siempre sin dinero, colgado del
presupuesto de quien se le ponga a tiro.....Entretanto la Templanza
se lava siempre las manos y se lustra las plumas mientras suspira por
el chico del Carro que, a su vez, piensa en la chica de la Estrella
que, a su vez, piensa en el Enamorado, quien no sabe qué hacer, si
ser o no ser...
Solo
el Mago podría desenmarañar todo este embrollo, pero se ha marchado
por el Mundo con su amigo íntimo el travesti, quien a su vez gusta
del Loco....,que ni se lo imagina todavía, ocupado como está en
espiar al Emperador, charlando con la Emperatriz y la Justicia,
mientras cenan en los jardines de la Torre, un rato antes de la
tormenta.
Y
ya iban por el postre, cuando apareció el león de la Fuerza, que se
habia escapado, la Justicia, del susto se atragantó, y se le cayó
la balanza, donde sopesaba la situación que se planteaba con sus
ilustres amigos, por suerte, apareció la Fuerza y agarrando al león
le gritó algunas palabrotas que el Loco aprendió instántaneamente,
decidiendo estrenarlas cuanto antes.
Y
ahí fue cuando el Papa reaccionó de muy mala uva contra los
homosexuales, amenazandoles con el sida y otros males análogos y
recalcándole al Emperador la necesidad de un poco más de respeto
por las leyes; momento que aprovechó el Diablo para tocarle el culo
a la Papisa y robar la recaudación de boleteria de la Rueda de la
Fortuna. La Esfinge, que no era tonta, lo vio salir con la pasta y
discó el 092, llamando al chico del Carro, quien salió en su
persecución, en dirección al pantano de la Luna. Todavia no se
tenia noticia de él. La Templanza suspiraba preocupada, sabiendo la
cantidad de cangrejos y alimañas que había siempre por allí. Los
restantes ángeles, el del Mundo y el del Enamorado, le tomaron el
pelo, poniendose a cantar La Marsellesa, una musica que a todos les
traia gratos recuerdos de los viejos tiempos, cuando de repente
apareció la Muerte, los habia visto revolotear desde lejos y al
principio los confundió con buitres, por lo que se habia acercado a
ver qué pasaba.Nadie dijo esta boca es mia, y se cuidaban de la
guadaña, que la muerte llevaba despreocupadamente sobre el hombro,
algunas veces se le resbalaba por entre una costilla y se cepillaba
algún sombrero sin querer, ya una vez, el Mago habia tenido un
disgusto por esta razón, y al Loco le habia hecho un tremendo siete,
dejandolo la nalga al aire,
Entretanto,
el Enamorado se había decidido ya por la mujer bella y viciosa, y se
dedicaban a estrenar sus posibilidades, trepados a la Rueda de la
Fortuna, que giraba toda iluminada. La Esfinge acababa de darle de
comer a los monos, y se disponía a pedir informes nuevamente, para
saber noticias del asalto, cuando los vio llegar, muy abrazados.
Se
acordó del Mago,que de cuando en cuando la visitaba en secreto, para
no dar de que hablar. Ella sabia interesarlo siempre con algún
enigma, que improvisaba en el momento, pero él siempre elegía el
momento de llegar y de irse cuando le parecía, una vez cansada de
esperarlo infructuosamente, había intentado saber de él,
consultando a Estrellita, que era vidente y adivinaba el porvenir,
pero la joven pitonisa le había recomendado que se diera un baño,
que olía a mono, y que así, no s acercaría ni Dios,desde ese dia
la Esfinge no volvió a saludarla, mientras reflexionaba que nunca el
Mago se había quejado de nada parecido.
Ni
tampoco la Papisa cuando trabajaba de canguro, en sus ratos libres,
cuidando de los niños, solía visitarla para que los invitara a
subir a la Rueda sin pagar, y poder tomar así el mejor Sol.
Entretanto
el Enamorado y su amiga se besaban apasionadamente a la luz de la
Luna, mientras a lo lejos se escuchaba el aullido de los perros,
dando el chivatazo de que la Justicia tenía una balanza con olor
sospechoso.
De
repente salió el Mago por entre los andamios, caminando sin hacer
ruido, para no interrumpir a los Enamorados, arrojó una flor de lis
a la Esfinge, quien se ruborizó, y le constestó con una frase
célebre; entoces, el Mago se deslizó por el centro y trepó junto a
su lado, enseguida ella le pasó algunos crucigramas para esta
ocasión, por si encontraba alguna solución, y mientras él fingia
resolverlos, ella entretanto le tocaba la varita mágica con
disimulo.
Y
en ese preciso instante se puso a llover y cayó el rayo en la Torre,
produciendo dos heridos.
La
emperatriz corrió a ayudarlos maternalmente, entabillándoles las
fracturas múltiples, y haciéndoles la respiración boca a boca,
alumbrada con la linterna del Ermitaño que no paraba de darle
consejos.
El
Emperador aguardaba el regreso del Carro para enviarlos al hospital,
pero en su lugar vieron aparecer a la mujer fea y virtuosa, bastante
triste por la infidelidad del Enamorado, corría a guarecerse de la
lluvia que le empapaba, tras ella, el Loco y el travesti, cogidos de
la mano, venían recitando parábolas inglesas, con los ojos
brillantes, el Emperador les preguntó si habían visto al Carro,
pero ellos ni se enteraron de que les hablaba.
A
todo esto paró de llover y salió el Sol. Los heridos pedían agua,
y también los resucitados del Juicio, aunque por distintas razones.
Entoces la Templanza sirvió refrescos
para
todos y la Fuerza se ofreció para ayudar en algo, pero todos le
pidieron que no se
descuidara......
¡
Tú, a lo tuyo ! Le decia la Emperatriz, sin dejar de mirar al León
que jugaba con un ovillo
de
lana. ¡ Saca ese bicho de en medio antes de que haga un desastre, y
me corra todos los puntos !
Los
heridos se desmayaron y la Muerte empezó a frotarse las falanges
mientras soltaba un taco. ¡ A merde ! ¡ No más trabajo en horas de
descanso ! ¡ Quien los mandó caerse, así por
la
cara, sin ser invitados a la cena !.
Y
cuando descubrió a los resucitados, que se levantaban de tanto estar
en la tumba, se indigno porque le echaron su trabajo a perder......
Pero
el ángel del Juicio la hizo callar de un trompetazo gritando que ya
estaba bien de llamar tanto la atención, por su falta de tacto para
presentarse en público con todos los huesos al aire....En realidad,
se había picado desde que la Muerte los confundiera un rato
antes....Fue
la Esfinge la que intervino diciéndoles:
¡
Eh ! Vosotros, en vez de insubordinarse, por qué no rescatáis mi
dinero, que me lo ha
robado
el crápula del Diablo.....Y juntaba las manos para que se apiadaran
de sus pobres
monos,
que morirían de hambre, ¡ Ni podré pagar la cuenta de la luz ! ¿
Como haré que
gire
la rueda ?. Pues chica, no habrá más remedio que leerla al revés,
gruñó con malos
modos
el Ermitaño, pero a ver si nos hechas una mano con los heridos....
La mujer fea
y
virtuosa cedió su manto para confeccionar una camilla con las barras
de el Colgado,
que
se sacrificó cargando el mayor peso, de todas maneras, si se mueren,
dijo el
Mago
mirando en dirección a la Muerte, podemos pedirle al Juicio que los
resucite.
La
Templanza contestó, antes de que su colega pudiera replicar: No es
necesario, sólo
estan
incoscientes, yo los curaré si me dejais con ellos y os marchais a
otro lado.
Y
fue así como decidimos guardar los naipes y todos nos retiramos.
Enrique Franov
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