Para
la Física Hiperdimensional la respuesta es que la combinación entre
la masa de los planetas y su momento angular (la energía de su
desplazamiento alrededor del sol) genera un punto de contacto con
otras dimensiones, a través del cual se produce una transferencia de
energía. Esto se puede cuantificar a través de la formula L = mr 2,
en la que “L” es la energía resultante, “m” la masa y “r”
el momento angular. Dicho llanamente: recibimos aportaciones
energéticas de otras dimensiones inaccesibles a nuestra experiencia
tridimensional, y el propio sistema solar funciona como un mecanismo
que genera los portales interdimensionales a través de los cuales
penetra dicha energía.
Los
parámetros físicos y matemáticos requeridos para esta
transferencia de energía e información procedentes de un hipotético
espacio n-dimensional (donde n es un numero indeterminado) fueron
establecidas en su momento por personalidades científicas del siglo
XIX de la talla del matemático alemán Georg Riemann, el físico
escocés Sir William Thompson, el ya citado Maxwell y el matemático
británico Sir William Rowan Hamilton. Fue concretamente el
matemático Arthur Cayley quien estableció las relaciones
geométricas interdimensionales que aparecen, no solo en la llanura
de Cydonia, sino también en la geometría sagrada que durante
milenios ha acompañado a las practicas esotéricas mas diversas y ha
regido la configuración formal de las construcciones de la
arquitectura sagrada.
No
obstante, hay una objeción legítima que hacer. Esta muy bien que
exista una física hiperdimensional asociada a la mecánica celeste,
pero ¿no hay algo mas actual, mas tangible, que pueda confirmarnos
que estamos ante un indicio que pueda conducirnos a la antigua
ciencia de los dioses?
FUSION
FRIA
Entre
el 6 y el 9 de diciembre de 1993 tuvo lugar la cuarta conferencia de
fusión fría en Maui, Hawai, muy cerca del paralelo 19,5.
Científicos de todo el mundo se habían reunido para tratar lo que
podía ser el mayor hallazgo de la historia. Se presentaron más de
150 ponencias del más alto nivel y asistieron los padres de esta
disciplina: Stanley Pons y Martín Fleischmann, que habían acudido
desde el laboratorio que en Niza ha montado para ellos Technova, una
subsidiaria de Toyota.
La
conferencia de Maui fue el último gran acontecimiento en el campo de
la fusión fría, marginado por la ciencia oficial. A pesar de que en
todo el planeta existen equipos de investigación que continúan
trabajando sobre este tema, su labor solo es recogida por revistas
especializadas como Infinite Energy. Aquellos que, a pesar de la
postura oficial al respecto se deciden a investigar el tema, se ven
acosados por sus antiguos colegas. ¿Por que esta persecución?
Los
orígenes de la fusión fría se encuentran en los trabajos de Pons y
Flrischman, que el 23 de marzo de 1989 convocaron una rueda de presa
en la universidad de Utah, para realizar un asombroso anuncio. Según
habían comprobado repetidas veces, la electrolisis de agua pesada
empleando electrodos de platino y paladio tenía como resultado una
producción de energía calorífica mayor que la correspondiente a la
electricidad utilizada. Si se encontraba una forma de aprovechar este
calor adicional, habrían encontrado una fuente inagotable y gratuita
de energía. El informe levanto una encendida polémica. El 1 de mayo
de1989 la American Physical Society dio carpetazo a todo el asunto
catalogándolo de mera “superchería científica”. Sin embargo,
esto no desalentó a decenas de investigadores que, patrocinados por
empresas multinacionales como Toshiba, Hitachi, Toyota, Exxon o
Carterpillar, mas interesadas en los resultados económicos que en
los prejuicios científicos, continúan trabajando en este terreno.
Los
experimentos originales han sido reproducidos, incluso mejorados, en
incontables ocasiones, pero nadie ha sido capaz de dar el paso
definitivo en la explicación del fenómeno. Técnicos competentes,
con amplia experiencia, se desesperan al comprobar como el mismo
experimento, idéntico hasta el mínimo detalle, arroja resultados
diferentes cada vez que se realiza. A veces no sucede nada en
absoluto; en cambio, la producción de calor es intensísima. Para
añadir confusión, se ha comprobado que determinadas frecuencias
acústicas actúan de catalizador de estas reacciones.
Tal
vez, los antiguos alquimistas (depositarios a fin de cuentas de los
vestigios de la antigua ciencia) pudieran aportar algo de luz a los
trabajos de sus modernos seguidores. Ellos sabían bien que
determinados momentos astrológicos eran más propicios que otros a
la hora de llevar a cabo sus operaciones. Bajo el prisma de la física
moderna esto es una insensatez, pero considero bajo la física
hiperdimensional todo adquiere un sentido muy claro, ya que es
precisamente el curso de los planetas el que marca la pauta de
transferencia de energía entre las dimensiones; posiblemente esa
misma energía que se detecta en los recipientes de la fusión fría,
pero que nadie acierta a explicar de donde proviene. Por otro lado,
resulta curioso que tanto el paladio como el platino y el aluminio
(empleado también en los experimentos de fusión fría) tenga una
estructura cristalina en forma de tetraedro y sus átomos se
organicen formando esta misma figura geométrica, clave en las
formulas de la física hiperdimencional.
Es
muy probable que estos exploradores en el campo de la fusión fría
estén redescubriendo algunos de los secretos que ya conocían los
antiguos alquimistas y puede que alguien haya llegado un poco más
lejos, aunque amparado en las sombras de un impenetrable secreto. Es
posible que estemos otorgando atributos de máxima novedad algo que
determinados grupos podrían haber conocido y desarrollado en secreto
desde hace años. En la comunidad de los estudiosos de las
conspiraciones hace tiempo que existe una creencia muy extendida
respecto a la existencia de un “gran secreto” que explicaría
numerosos casos de encubrimiento en los cuales aparece involucrado el
gobierno estadounidense.
La
mayor parte de estos estudiosos opina que este secreto podría estar
relacionado con los aparatos que incesantemente viene avistándose en
nuestros cielos, desde que en 1947 comenzara a hablarse de “platillo
volantes”. Pero existe otro sector que, afinando un poco mas, opina
que tras este muro de silencio se oculta toda una nueva rama de la
ciencia, cuyo desarrollo tecnológico durante los últimos 50 años
se habría escamoteado a la opinión publica. La física
hiperdimensional podría muy bien ser esa ciencia.
a.C.
podría encontrarse la explicación al interés, por supuesto
extraoficial, que departamentos gubernamentales de varios países han
mostrado por los trabajos del heterodoxo y genial inventor Nicola
Tesla, plenamente convencido de la existencia de otras dimensiones y
de nuestra capacidad para contactar con ellas. También se explicaría
la implacable persecución que sufrió en vida otro inventor genial,
el psicólogo Wilhelm Reich, cuyo trabajo ha sido sistemáticamente
sometido a campañías de desprestigio por un organismo con tan pocas
atribuciones en el campo científico como el FBI. ¿Porque mereció
un acoso tan cruel un hombre que, Reich, afirmaba haber descubierto
una fuente de energía libre (orgon), a la cual accedía a través de
unos “generadores” en los cuales una serie de formas geométricas
(asociadas al tetraedro) tenían vital importancia?
En
la misma línea, la existencia de un desarrollo tecnológico tan
secreto como apartado de la ciencia convencional explicaría que en
el seno de las altas esferas militares se produzcan casos como el de
famoso Experimento Filadelfia o el HAARP (un proyecto ultra secreto
para controlar el clima con fines militares), pasando por las
misteriosas actividades que se desarrollan en la mítica Área 51
(ANIO / CERO 84). También quedaría explicada de esta manera la
serie de incongruencias y ocultaciones en las que lleva años
incurriendo la NASA en lo tocante al tema de Cydonia, o el súbito
interés que la Ballistic Missile Defense Organization, dependiente
del Pentágono, ha mostrado por la exploración de nuestro satélite,
donde según Hoagland podría haber señales parecidas a las dejadas
en Marte.
Pero,
¿por que suprimir una tecnología que podría suponer el inicio de
una edad de oro para la humanidad? a.C. ya no estamos hablando de
mantener una ventaja estratégica sobre un potencial enemigo o de
oscuros intereses económicos asociados a la gran compañía
petrolera. Lo que esta en juego en este tema es algo aun más
importante. Con una fuente de energía virtualmente gratuita y sin
contar con otras insospechadas aplicaciones que pudiera tener la
tecnología hiperdimencional (viajes espaciales, transmutación de
los elementos, control del clima, etc.) nos encontraríamos ante un
cambio radical de toda la estructura social y política a escala
mundial. La energía libre haría que prácticamente cualquier
producto de los que adquirimos habitualmente tuviera un precio
irrisorio.
El
sistema económico mundial se derrumbaría bajo el peso de toneladas
de oro producido en el laboratorio y que ya no tendría ningún
valor. Conceptos como riqueza, pobreza o propiedad se convertirían
en meros recursos retóricos, sin ninguna realidad social que los
respaldase. Se abriría una época de caos, pero también de
esperanza. El poder económico y político caería por su propio
peso, despojándolos de los mecanismos que lo sustentan y que pueden
resumirse en una breve frase: “la capacidad de administrar unos
bienes escasos”. Al fin y al cabo, esta es la razón profunda por
la cual en un mundo con 1000 millones de hambrientos crónicos y
decenas de muertos anuales por inanición se destruyen alimentos, o
se suprimen cultivos. La sociedad de la abundancia, como la del pleno
empleo, es incompatible con el sistema. Sin embargo, si estamos ante
un momento en el cual la misma dinámica interdimencional del
universo determina a un asalto cualitativo en la evolución, no habrá
manera de impedir el cambio.
Conocedor
de los datos que acabamos de exponer, el norteamericano David M.
Jinks los ha estudiado cuidadosamente y ha elaborado una
impresionante teoría, expuesta en su revelador libro The monkey and
the tetrahedron (Glass Moon Press, Seattle, 1999). Jinks llega a una
sorprendente conclusión: los periodos de actividad hiperdimensional
están íntimamente ligados al ser humano y, en la actualidad,
estamos a punto de acceder a uno de esos saltos evolutivos. Su
argumentación no puede ser más racional. La practica totalidad de
los textos espirituales, antiguos o modernos, insisten en la
importancia del amor como llave que abre las puertas de la evolución
humana. El amor es un flujo completamente libre y sin restricciones
de información, que puede tomar la forma de palabras, pensamientos o
pura energía. En un mundo donde la aceptación incondicional fuera
la regla, la energía en todas sus formas fluiría coherentemente sin
ningún tipo de resistencia. El amor, descrito de esta manera, seria
el estado ideal para la transmisión de la energía. Ahora,
consideremos este concepto en términos de física hiperdimensional.
En
el punto mas alto de uno de estos periodos en los cuales la
transmisión de energía desde otras dimensiones crece
considerablemente, cuando la geometría del sistema esta
perfectamente alineada para permitir el flujo de información
procedente de dimensiones superiores hacia nuestra realidad, ¿que
sucede? Básicamente, que aquellos sistemas que estén dispuestos a
aceptar sin resistencia el flujo energético que les llegue se verán
positivamente transformados por este, mientras que aquellos que
opongan resistencia al nuevo patrón de vibraciones sufrirán una
serie de consecuencias adversas. Pues bien, a través de las
predicciones de la física hiperdimensional. Jinks nos dice que esos
periodos de máxima transferencia se dan cíclicamente y vienen a
coincidir con aquellos momentos en los cuales se producen grandes
convulsiones evolutivas en nuestro planeta, con extinciones en masa
de ciertas especies y la aparición de otras. Lo más inquietante es
que todos los datos parecen indicar que todos los datos parecen
indicar que ahora nos encontramos inmersos en uno de esos momentos.
Es
de justicia dejar constancia de que estos grandes ciclos ya fueron
descritos con precisión por cosmogonías tan alejadas entre si como
la Maya, la Hindú o la de los indios Hopi norteamericanos, que
coinciden en situar en la actualidad uno de estos periodos (ANO /
CERO 30). Pero, además, existen pruebas objetivas que vienen a
confirmar la veracidad de estas antiguas profecías. Una es la
llamada resonancia de Schumann, que consiste en una serie de ondas
estacionarias de la ionosfera terrestre. La existencia de estas ondas
fue propuesta por el físico alemán. W.O. Schumann en 1952.
Simplificando mucho, estas ondas pueden ser descritas como la
resonancia electromagnética del planeta.
Es
decir, se puede pensar en esta frecuencia como en el pulso vibratorio
de la Tierra: un patrón electromagnético que afecta a todos sus
habitantes. Este patrón vibratorio es extraordinariamente estable y
comprende un rango de frecuencia de 7, 8, 14, 20, 26, 33, 29
y45 Hz. La constancia de la resonancia de Schumann es tal que las
comunicaciones militares de todo el mundo se han establecido en base
a ella. Pero en 1987, sin razón aparente, el pulso del planeta
comenzó a incrementarse. Según observaciones realizadas en el
Instituto de Meteorología y Geofísica de la universidad de
Frankfurt y por universidad de Alaska, en 1994 ese latido estable de
7,8 ciclos por segundo había aumentado casi un 11% alcanzando los
8.6 Hz.
En
noviembre de 1996 ese incremento era aun mayor y la habitual
estabilidad de esta constante se había perdido, viéndose sometido
este ritmo natural a imprevisibles fluctuaciones. Se trata de un
hecho alarmante, no solo porque algo considerado hasta ahora como
constante ha dejado de ser fiable, sino porque se trata de un
fenómeno inexplicable, por mas que los informes oficiales se afirme
que es “consistente con las teorías aceptadas” Se cree que la
vibración se volverá a estabilizar cuando alcance los 13 Hz, el
numero siguiente en la serie de Fibonacci, una progresión numérica
muy significativa para la física hiperdimensional.
¿Que
podría significar todo esto? Básicamente, que un flujo de energía
de origen desconocido no solo esta penetrando en nuestro planeta,
sino haciendo subir su patrón vibratorio y, con este, el de todo lo
que el planeta contiene, incluidos sus habitantes. El calentamiento
del globo, el agujero de la capa de ozono o el inexplicable fenómeno
al que se enfrentan psicólogos de todo el mundo al comprobar como
los coeficientes intelectuales de los niños nacidos recientemente
crecen por encima de la media, sin que haya causa aparente para ello,
pueden ser otros síntomas de que un flujo de energía-información
esta comenzando a transformar nuestro planeta. De nuestra capacidad
para vibrar en armonía con el puede depender nuestra supervivencia o
el que venga a sustituirnos una especie que encaje mejor con el nuevo
patrón.
A
pesar de la incomprensión, cuando no el abierto acoso por parte de
las instituciones académicas oficiales, decenas de personas trabajan
actualmente para abrir caminos en un campo que podría conducir a la
humanidad hacia la tan anhelada edad de oro.
En
un momento en el cual la tecnología y la ciencia en que se basa
parecen estar a punto de tocar techo, tal vez haya llegado el
momento, querámoslo o no, de que la humanidad experimente un salto
evolutivo que la conduzca a nuevas formas de organización social,
política y económica. De ser axial, lo más apropiado seria que lo
hiciéramos voluntariamente para evitar que la transición resulte
dolorosa y traumática.
En
este contexto, es comprensible que el poder establecido este
dispuesto a todo para evitar que este conocimiento trascienda, porque
acarrearía la crisis definitiva de la actual cultura y el nacimiento
de otra forma de pensar y de vivir, en cuyo marco no habría espacio
para el sistema vigente, vertebrado sobre el trabajo remunerado. El
reino de la necesidad daría paso a un reino de libertad sin
precedentes. Pero en este caso, quienes actualmente ostentan el
privilegio del poder, lo perderían.
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